RECURSOS FORMALES

Métrica

Darío hizo suyo el lema de su admirado Paul Verlaine: "De la musique avant toute chose". Para él, como para todos los modernistas, la poesía era, ante todo, música. De ahí que concediese una enorme importancia al ritmo. Su obra supuso una auténtica revolución en la métrica castellana. Junto a los metros tradicionales basados en el octosílabo y el endecasílabo, Darío empleó profusamente versos apenas empleados con anterioridad, o ya en desuso, como el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino, enriqueciendo la poesía en lengua castellana con nuevas posibilidades rítmicas.
Aunque existen ejemplos anteriores de utilización del verso alejandrino en la poesía castellana del siglo XIX, el hallazgo de Darío consistió en liberar este verso de la rígida correspondencia hasta entonces existente entre la estructura sintáctica del verso y su división métrica en dos hemistiquios, recurriendo a varios tipos de encabalgamiento. En los poemas de Darío, la cesura entre los dos hemistiquios se encuentra a veces entre un artículo y un nombre, entre este último y el adjetivo que lo acompaña, o incluso en el interior de una misma palabra. Darío adaptó este verso a estrofas y poemas estróficos para las que tradicionalmente se empleaba el endecasílabo, tales como el cuarteto, el sexteto y el soneto.
Rubén Darío es sin duda el mayor y mejor exponente de la adaptación de los ritmos de las literaturas clásicas (grecorromanas) a la lírica hispánica. Estos ritmos se basan en el contraste de vocales tónicas y átonas, y por ello en la cantidad silábica. Recordemos que en el latín la tónica no se marca como en español con un golpe de voz más fuerte, sino con un alargamiento de la vocal. Rubén cultivará los ritmos tradicionales (yámbico y trocaico como binarios, y dactílico, anfibráquico y anapéstico como ternarios), también forjará sus propios ritmos cuaternarios e innovará juntando en un mismo verso ritmos binarios y ternarios.
Ejemplo de ternario dactílico::
Ínclitas razas urrimas, sangre de Hispania fecunda
Ejemplo de ternario anfibráquico::
Escha dino Rolándo
Ejemplo de binario trocaico::
sa rója pálio azúl

 Léxico

Darío destaca por la renovación del lenguaje poético, visible en el léxico utilizado en sus poemas. Gran parte del vocabulario poético de Rubén Darío está encaminado a la creación de efectos exotistas. Destacan campos semánticos que connotan refinamiento, como el de las flores ("jazmines", "nelumbos", "dalias", "crisantemos", "lotos", "magnolias", etc), el de las piedras preciosas ("ágata", "rubí", "topacio", "esmeralda", "diamante", "gema"), el de los materiales de lujo ("seda", "porcelana", "mármol", "armiño", "alabastro"), el de los animales exóticos ("cisne", "papemores", "bulbules"] ), o el de la música ("lira", "violoncelo", "clave", "arpegio", etc). Con frecuencia se encuentran en su obra cultismos procedentes del latín o del griego ("canéfora", "liróforo", "hipsípila"), e incluso neologismos creados por el propio autor ("canallocracia", "pitagorizar"). Recurre con frecuencia a personajes y elementos propios de la mitología griega y latina (Afrodita o Venus, muchas veces designada por sus epítetos "Anadiomena" o "Cipris", Pan, Orfeo, Apolo, Pegaso, etc.), y a nombres de lugares exóticos (Hircania, Ormuz, etc).

       Figuras retóricas

Una de las figuras retóricas clave en la obra de Darío es la sinestesia, mediante la cual se logra asociar sensaciones propias de distintos sentidos: especialmente la vista (la pintura) y el oído (la música).
En relación con la pintura, hay en la poesía de Darío un gran interés por el color: el efecto cromático se logra no solo mediante la adjetivación, a menudo inusual (para el color blanco, por ejemplo, se utilizan adjetivos como "albo", "ebúrneo", "cándido", "lilial" e incluso "eucarístico"), sino mediante la comparación con objetos de este color. En el poema "Blasón", por ejemplo, la blancura del cisne se le compara sucesivamente a la del lino, la rosa blanca, el cordero y el armiño. Uno de los mejores ejemplos de este interés de Darío por lograr efectos cromáticos es su Sinfonía en Gris Mayor, incluida en Prosas profanas:
El mar como un vasto cristal azogado
refleja la lámina de un cielo de
zinc;
lejanas bandadas de pájaros manchan
el fondo bruñido de pálido gris
Lo musical está presente, aparte de en el ritmo del poema y en el léxico, en numerosas imágenes:
El teclado harmónico de su risa fina
los líricos cristales
de tu reír
Tanta importancia como la sinestesia tiene en la poesía de Darío la metáfora.

 Símbolos

El símbolo más característico de la poesía de Darío es el cisne, identificado con el Modernismo hasta el punto de que cuando el poeta mexicano Enrique González Martínez quiso derogar esta estética lo hizo con un poema en el que exhortaba a "torcerle el cuello al cisne". La presencia del cisne es obsesiva en la obra de Darío, desde Prosas profanas, donde el autor le dedica los poemas "Blasón" y "El cisne", hasta Cantos de vida y esperanza, una de cuyas secciones se titula también "Los cisnes". Salinas explica la connotación erótica del cisne, en relación con el mito, al que Darío se refiere en varias ocasiones, de Júpiter y Leda. Sin embargo, se trata de un símbolo ambivalente, que en ocasiones funciona como emblema de la belleza y otras simboliza al propio poeta.
El cisne no es el único símbolo que aparece en la poesía de Rubén Darío. El centauro, en poemas como el "Coloquio de los centauros", en Prosas profanas, expresa la dualidad alma-cuerpo a través de su naturaleza medio humana medio animal. Gran contenido simbólico tienen también su poesía imágenes espaciales, como los parques y jardines, imagen de la vida interior del poeta, y la torre, símbolo de su aislamiento en un mundo hostil. Se han estudiado en su poesía otros muchos símbolos, como el color azul, la mariposa o el pavo real.

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